Por Marcos David      /

Luis Robert Moirán, uno de los últimos grandes prospectos del béisbol cubano en abandonar la isla, firmó, poco después de su llegada a la Agencia Libre, un contrato que le asegura 50 millones de dólares en seis temporadas, con opción a llegar a los 88 millones si renueva. Este dinero, más que suficiente para asegurar una vida, con el que resulta muy difícil no tentar a alguien, es infinitamente mayor que lo que hubiera podido reunir Luis Robert, o incluso cualquier profesional, en la Cuba del siglo XXI.

Pero él no juega así por gracia divina, además de sus innegables cualidades naturales, este muchacho tuvo en Cuba entrenadores que le encausaron su potencial y formaron, quizás ahora esté más fuerte, menos flaco y haya perfeccionado algo su técnica pero se fue prácticamente hecho, lo descubrieron y pulieron en Ciego de Ávila.

Quien dice Luis Robert pudiera decir cualquiera de los cientos de nombres que han decidido “escapar” de la Federación Cubana de Beisbol (FCB). La llegada a la Major League Baseball (MLB) no es tan fácil, solo hay 30 equipos que son pura lucha en la que vence el más fuerte. Pero así y todo, desde 1960, más de un millar de peloteros cubanos ha dejado el país por cualquier vía, con un aumento incontrolado en los últimos veinte años.

Los que tomaban esa decisión eran mayormente peloteros establecidos en la Selección Nacional, ahora no. Ya predominan los muchachos en edades juveniles o incluso escolares, como los del equipo cubano campeón de la Copa del Mundo Sub-15 en Japón o el último episodio de estampida masiva en la Copa Mundial Sub-23, con sede en México. Equipo muy polémico como todos, este una vez más desde la convocatoria, la ausencia de dos de los mejores jóvenes de la pelota cubana, como Yosimar Cousín o Yunior Tur, que en las propias palabras del mánager no hicieron el grado por falta de patriotismo. Sin embargo, 12 peloteros le rayaron la cara a Eriel Sánchez, porque evidentemente hace falta más que amor a la patria.

DE UN ACUERDO QUE SE ROMPIÓ

Los cubanos alegan que las deserciones de sus peloteros son consecuencia de la cancelación por parte de la administración del expresidente Donald Trump del pacto que se había logrado en diciembre de 2018 entre la FCB y MLB. El acuerdo se negoció durante tres años y buscaba ofrecer una vía “segura” a los peloteros de la Isla para que pudieran insertarse bajo contratos en los 30 equipos profesionales estadounidenses, sin perder la residencia en su país de origen y permitía a las Grandes Ligas pagar una tarifa de liberación a la FCB para contratar a los peloteros cubanos.

Pero el gobierno de Washington consideró que un pago a la FCB “es un pago al Gobierno de Cuba” y recordó la prohibición de llevar a cabo este tipo de transacciones financieras con el gobierno del país caribeño porque violaría las sanciones que se aplican a la isla. Bajo el acuerdo, la parte cubana se comprometía a liberar a todos los jugadores contratados con al menos 25 años de edad y seis o más años de experiencia en la Serie Nacional.

De aquel acercamiento de posturas surgió, el 2 de abril de 2019, una lista de 34 peloteros, los primeros que la parte cubana ponía a disposición de las franquicias de Grandes Ligas, pero llegó Trump y mandó a parar. ¿Qué ha pasado después de la ruptura? De los liberados quedan la minoría, en realidad los de menos posibilidades. Lo cierto es que, si bien la ruptura del acuerdo es parte del fenómeno, no es lo único como pretende mostrar cada declaración de la Federación Cubana.

LA CULPA NO ES DE LA VACA

Llegados a estas alturas, cuesta encontrar soluciones viables que no pasen por una flexibilización de las posturas extremas adoptadas aquí y allá. Por estos días varios usuarios en redes sociales se han aventurado a exponer posibles formas de frenar la sangría, algunos desde posiciones muy nacionalistas defienden el derecho de Cuba a proteger sus intereses mediante mecanismos internos, pues el país caribeño, a diferencia del resto del mundo, no tiene otra opción que quedar cruzado de brazos por no representar sujeto de derecho ante reclamaciones de este tipo, sobre todo porque los contratos internacionales los firma la Federación y no el atleta directamente y eso le quita legitimidad.

Las «autoridades» cubanas del deporte tienen que abrir el diapasón, adaptarse al mundo, que sean los propios deportistas quienes firmen y la Federación solo cobrar el % convenido que se usaría en seguir desarrollando el deporte y comprar tecnología de la que hoy andan a años luz. Esto permitiría no casarse con un mercado como sucede hoy con Japón, tener más atletas contratados y jugando en las distintas ligas sin que sea responsabilidad de la FCB, que sí cobraría un por ciento de formación.

Avanzar hacia un sistema moderno, independiente, transparente económicamente hablando, capaz de autofinanciarse en la medida en que sean más los contratados no es una opción, es la única manera de insertarse en el mundo y sobrevivir. Se tiene que evolucionar a la velocidad del mundo, porque el mundo no esperará por las maneras atrasadas de hacer que defienden directivos del deporte cubano. No hay mucho tiempo para cambiar, está más que claro ya que la culpa no es de la vaca.

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