El barrio en Cuba es un ente romántico en el que se viven y reviven las mismas experiencias. Es la verdadera patria chica, a donde pertenecemos, de la que hablamos sin prisa y en donde se gestan una buena parte de nuestros recuerdos. En él vive el cubano verdadero, porque aceptémoslo, barrio, lo que se dice barrio, es zona periférica de la ciudad. O al menos no propio del centro de esta. Y es también el lugar donde se esconde la mayor pobreza.
Si analizamos la historia de Cuba luego de 1959, lejos de toda posición política, tenemos que reconocer la preocupación por mejorar las condiciones de vida en los barrios de toda Cuba. Consultorios médicos, escuelas, centros deportivos y culturales, empresas (las menos), fábricas, se gestaron en estos lugares. Evidentemente generó esperanza en las personas. Con el tiempo el color verde derivó en otro, si me preguntan cuál, no sé. Pero verde esperanza ya no fue.
Los años sepultaron la atención. El inmovilismo, la abulia y la falta de gestión se volvieron cotidianos. Los barrios en Cuba se resignaron a sus desfiguradas calles de tierra, a la zanja, a sus edificios derruidos por el tiempo. La vida cambió, todo empezó a ser lo mismo.
El presupuesto de toda gran ciudad (y en los pueblos también) se concentran en el centro de la misma. Eventos, inauguraciones, reparaciones, nuevos colores, ideas nuevas, bellísimas actividades en cuanta fecha histórica o culturas aparezca, se concentran en esos lugares.
Mientras tanto el barrio queda huérfano de todo. Pareciera que las oportunidades son un bien limitado a quienes vivan en zonas céntricas, o al menos la facilidad a su acceso. Todo el mundo no es Silvio Rodríguez que ofrece su música a estos lugares, muchos artistas de hoy cuando toman popularidad y cobran los primeros pesos no vuelven al polvo, y viven diciendo que ellos son de pueblo. Pero bueno, eso es tinta para otras páginas.
El 11 de julio, como todos sabemos, sí será una fecha recordada. Tal vez pase a la historia como un 5 de agosto más. Pero la hipocresía de muchos dirigentes salió a flote. En La Habana y en toda Cuba comenzaron intervenciones en los barrios desde el punto de vista constructivo. Vienen a reparar en pocos meses lo que en años nadie vio… o no querían ver. Las condiciones del pueblo en estos lugares es pésima. La insalubridad es real. No me vengan a contar que no lo sabían.
Como bien me dijo un buen amigo, esto parece un parche para que el hueco no se vea, pero tarde o temprano volveremos al mismo lugar. Tristemente pienso que tiene razón, aunque muy en el fondo albergo todavía un poquito de verde esperanza, pues mi barrio lo necesita, necesita esperanza.
Por Ernesto Mora