Por Abel Anahuac  /  

Después del 11J, muchas cosas han cambiado y seguirán cambiando en Cuba, algunas tristemente se han visibilizado luego de ese día, a pesar de llevar años allí y ser consecuencia de mecanismos inefectivos, caducos y de faltas de atención. En las comunidades se multiplican los planteamientos añejados y elevados por años, que la falta de sensibilidad ponen a dormir el sueño eterno en una gaveta.

Los proyectos comunitarios, o al menos así le nombran, que pretendían y pretenden cambiar esas realidades han caído en el ir un día y suplantar instituciones, intentar resolver superficialmente lo poco que se puede resolver en una semana y de allí todo vuelve a ser igual, nada sistemático, nada que cambie las raíces de los problemas y algo muy parecido a la politiquería barata. Esas comunidades necesitan algo más largo, sólido y sostenido.

Porque no todo se resuelve con políticas asistenciales, hay que mirar con luz larga, buscar soluciones no tan rápidas pero sí duraderas, hay que poner a funcionar los espacios en lugar de suplantarlos por otros más efímeros. Pero eso necesita sensibilidad de los decisores y quien no la tenga no puede estar en esas posiciones, más claro ni el agua.

Hay que crear empleos de calidad, que motiven a trabajar a la población económicamente activa pero desactivada, o sea que las personas busquen lo que necesitan, en lugar de esperar a que se lo den, a que les caiga de arriba; salvo en las debidas excepciones que siempre las hay. También es cierto que no todos los problemas los tiene que resolver el gobierno.

Es una realidad que para transformar esa situación la gente tiene que tener ganas de salir de la marginalidad, de no automarginarse y eso lleva educación, cultura, apoyo social, sin embargo, aquí lo tienen, solo resta enseñarles a aprovechar cada espacio de participación. Pero una participación que vaya más allá de la mera asistencia, tomar parte da más esperanza que manifestarse o protestar, o sea salir adelante por nuestros propios esfuerzos es la salida.

No se trata de que todos los problemas vayan a cambiar de un día para otro, la situación económica del país no lo permite, pero sí hay que brindar esperanza, cambios, transformaciones profundas que no se queden solo en promesas, revolucionar esa Cuba profunda para que no duela tanto y la gente siga creyendo. Esa Cuba lleva corazón y más, lleva el cuerpo entero.

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