La pluralidad vista desde las calles de Cuba

Por Abel Anahuac/

A esta altura pocos lo discuten, la Revolución cubana gozó inmediatamente de consenso dentro del pueblo, lo reconoce hasta el architratado memorando de abril de 1960: “La mayoría de los cubanos apoya a Castro”. En aquellas condiciones no era difícil lograrlo, además de que creó un campo político radicalmente nuevo y aumentó significativamente la participación de los ciudadanos. O al menos así lo percibía la mayoría.

De allí salieron, aparentemente, las principales medidas, que aunque ya estuvieran preestablecidas siempre se pusieron a consideración de los asistentes a las grandes concentraciones y el resto las asumía como verdaderamente democráticas. Este consenso se construyó sobre una necesidad de cambio, ya en la década del 50 la mayoría de los cubanos creía que había que hacer algo para mejorar. Esto lo aprovecharon muy bien los líderes del proceso, la experiencia vivida. Además de que los propios Estados Unidos ayudaron a que se instaurara ese consenso, contribuyendo a la idea del enemigo común, muy necesario en este tipo de procesos. Objetivamente hubo cambios en la vida familiar y del barrio, de blancos y negros, de mujeres y hombres, de la gente del campo y de la ciudad. Aunque tampoco se puede olvidar que hubo incomprensiones, excluidos y hasta más; pero milagrosamente no afectaron el consenso.

El socialismo en Cuba fue impugnados desde el principio por una oposición anticomunista, pero quienes podían oponerse optaron por salir del país y lo cierto es que desde el exilio en aquellos años tuvieron poca influencia sobre los que se quedaron, en Cuba se gobernó sin oposición hasta el siglo XXI, algo que diferencia este proceso de otros de la izquierda continental que sí han tenido una oposición política, inteligente, capaz de enfrentar, con argumentos, las decisiones que se toman.

Hoy se experimenta una nueva pluralidad de pensamiento, potenciada también por la crisis de los 90 y una generación que solo ha visto un país en crisis económica, que no conoce lo bueno que puede tener el socialismo y son los principales actores de las expresiones de disentimiento durante los últimos años.

A este escenario se le suma un mundo virtual, en las redes sociales, que ha venido a satisfacer las necesidades de decir cosas y criticar públicamente lo mal hecho y así suplir el espacio de instituciones que tampoco hacen lo que les toca. Además, la mente cerrada de los eslabones intermedios que ven todo disentimiento como contrario al socialismo hacen que se tambalee el consenso que trajo al sistema hasta aquí.

El liderazgo, clave para crear consenso, no se hereda y eso lo saben muy bien quienes dirigen Cuba hoy, tienen que construir un nuevo consenso y lo han intentado, con bastante originalidad, sobre la base del contacto directo con el pueblo y la base pero esto requiere fomentar condiciones sociales y políticas.

El escenario es hoy más heterogéneo y contradictorio que nunca y esto requiere el diálogo político entre dirigentes y dirigidos, algo en el que el sistema de medios tiene que apoyar más.  Le toca al nuevo liderazgo hacerlo en un momento sin precedente, llueven las criticas al gobierno, muchas influenciadas desde el exterior pero otras con bases objetivas, o sea que le ha tocado lidiar con uno de los mayores descontentos desde el triunfo de 1959.

Fomentar el consenso en la Cuba de hoy pasa por la iniciativa y la creación, esa receta lleva también lidiar con el disentimiento y el diálogo, no solo el diálogo entre convencidos, también el diálogo con los otros, con los que creen que Cuba puede ser mejor.

Ahora bien, para que haya diálogo y consenso tienen que haber dos o más partes, definir el liderazgo de esas partes y que tengan interés de conversar, hasta ahora esta mesa tiene una sola pata y todo ronda alrededor de ella y así no funciona, lo mejor sería completarla para que se equilibre. No hay diálogo excluyendo partes ni llamando al odio entre cubanos, esto polariza la sociedad y pudiera desembocar en un conflicto más grave. A Cuba le urge un nuevo consenso.

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